Las 100 versiones de vos — elegí quién entra
Imaginá esta escena.
Vas caminando por la calle con cosas en las manos.
Te encontrás con una botella tirada en el piso.
Podés hacer varias cosas:
Agarrarla y tirarla a la basura.
Patearla.
Ignorarla y seguir.
Lo que hagas parece un detalle.
Pero no lo es.
Porque detrás tuyo, en ese momento simbólico, hay 100 versiones de vos mismo.
Y cada una tomaría una decisión distinta.
Está la versión que se involucra.
La que evade.
La que actúa desde el cansancio.
La que actúa desde la consciencia.
La que hace lo fácil.
La que hace lo correcto.
Y ese pequeño acto define más que el destino de una botella.
Define qué versión de vos estás eligiendo ser.
Este principio aplica en todo.
Entrás a tu casa después de un día largo:
Una versión de vos quiere mirar el celular.
Otra quiere jugar con tus hijos.
Otra quiere cerrar la puerta y olvidarse del mundo.
Otra quiere cocinar con tu pareja.
Otra quiere escuchar.
Otra quiere evadir.
Y en cada uno de esos momentos, elegís.
No es automático.
Es libre albedrío.
Podés elegir cualquiera de esas 100 personas.
Pero hay una pregunta que importa más que todas:
¿La versión que elegís hoy te está acercando o alejando de la vida que querés construir?
Esa es la verdadera madurez.
Asumir que cada microdecisión está moldeando tu realidad.
No existe la casualidad.
Tu estado físico, tu cuenta bancaria, tu relación de pareja, tu energía diaria…
Todo eso no es el resultado de un evento, sino de cientos de decisiones acumuladas.
No te levantaste un día con 20 kilos de más.
No caíste sin querer en un trabajo que no te gusta.
No “te tocó” una relación tóxica.
Lo elegiste.
Tal vez sin conciencia.
Tal vez repitiendo un patrón.
Pero fue una elección.
Y entender eso, es liberador.
Porque si lo elegiste, podés cambiarlo.
Si lo construiste, podés reconstruirlo.
Ahora bien, elegir conscientemente es incómodo.
Porque exige dejar la excusa.
Exige salir del modo víctima.
Sí, todo es difícil.
Ser pobre es difícil.
Ganar dinero también es difícil.
No hacer ejercicio es difícil.
Mantener una rutina saludable también.
Vivir una relación rota es difícil.
Construir una relación viva también.
Entonces la pregunta es:
¿Qué “difícil” querés elegir?
Porque la dificultad no se puede evitar.
Pero sí se puede invertir con propósito.
Y cuanto más asumís tu poder, más chicos se vuelven tus problemas.
No porque desaparezcan.
Sino porque vos te hiciste más grande.
Hoy te invito a hacer un ejercicio simple pero potente:
Escribí todas las frases que venís repitiendo desde el modo víctima.
Las excusas.
Las culpas.
Los “no puedo”.
Los “no tengo”.
Y cuando termines la lista, mirala bien.
Y decidí:
¿Voy a seguir sosteniendo esta narrativa?
¿O la rompo y elijo otra versión de mí?
Porque vos no sos lo que te pasó.
Sos lo que decidís hacer con eso.
Y en este camino, tenés permiso para elegir diferente. 🐺